Momentos transformadores – Pastora Liz

Momentos de la zarza ardiente

Oremos

 

Dios misericordioso, aquí estoy, aquí estamos. De pie ante ti listos. Listos para escuchar lo que tienes para nosotros hoy, abre nuestros oídos, abre nuestros corazones para que podamos recibir tu santo mensaje. Señor Dios, me entrego a ti y oro para que las palabras de mi boca y las meditaciones de mi corazón te sean agradables. En el nombre de Jesús, quien es mi roca y mi redentor. Amén.

 

Buenos días gente hermosa, estoy muy contenta de estar con ustedes hoy. Estoy agradecida con Rowayton UMC y el pastor Michael Cobb, quienes continuaron brindando la palabra de Dios para ustedes mientras yo estaba de vacaciones. El 2020 fue un diferente tipo de año de vacación y varios me han dicho que me tomé las vacaciones en el momento equivocado. Así que tal vez me merezco volver a tomarlas denuevo. Pero claramente, ningún momento durante este año habra sido un momento adecuado, a menos que lo haya tomado antes de la pandemia.

 

Así que estoy de vuelta, y créalo o no, estoy renovada y lista para terminar el 2020 fuerte. Desde la última vez que nos reunimos, hemos perdido a dos miembros muy prominentes de nuestra comunidad de fe, La hermana Susan Maddox y la hermana Grete Nyrop el. Han sido pilares en la fe y en nuestra iglesia y estoy tan bendecida de haber podido conocerlas y pasar tiempo con ellas y conocerlas. Creían firmemente en servir a Dios plenamente y lo hicieron hasta su último aliento.

 

Cuando hablé de Susan en su servicio, hablé de ella como una mujer con GRIT: gracia, regeneración, intencionalidad e integridad y tenacidad. Recuerdo el año pasado, cuando estábamos celebrando el cumpleaños número 90 de Grete, ella nos expresó que era su terquedad en preservar lo que la mantuvo a lo largo de los años.

 

Por eso, esta mañana quiero centrarme en esos momentos transformadores de nuestra vida. Esos momentos frente a la zarza ardiente. Son momentos en nuestra vida en los que somos sacados de nuestra comodidad de la vida para movernos más allá de nosotros mismos. Por lo general, comienza con algo, algo que primero llama nuestra atención y altera todo tal como lo conocíamos. El nacimiento de un bebé, la muerte de un ser querido, una zarza ardiente que no se consume

 

Para Moisés fue una zarza ardiente. Sentado en la cima de esa montaña cuidando a sus ovejas, sus ojos vieron algo que podría impactar cómo se movían las ovejas y hacia dónde se dirigían. Se dio cuenta y mientras observaba lo que estaba sucediendo se dio cuenta de que la zarza no se estaba consumiendo. Ahora, esto atrajo su curiosidad aún más, por lo que se vio obligado a acercarse para examinar lo que realmente estaba sucediendo.

 

Al acercarse, escuchó su nombre ser convocado desde el arbusto. “Moisés, Moisés”. Y observe su respuesta: “¡Aquí estoy!” ¿Puede recordar un encuentro donde podría haber sido su momento frente a la zarza ardiente, donde sabía que era algo específico por lo que debería atravesar? ¿Algo que lo cambiaría todo? ¿Sabía o pensó que Dios estaba en ese momento allí consigo?

 

Cuando Moisés fue llamado a acercarse, Dios le indicó que se quitara las sandalias como un acto de humildad y sacrificio, reconociendo así estar en la presencia de Dios. Dios se encontró con Moisés justo donde estaba y fue un llamado a servirle plenamente. Moisés, inicialmente tuvo miedo y de hecho escondió su rostro de Dios. Me pregunto sobre ese momento. Ya que es mencionado, me lleva a creer que fue un gran miedo que pudo haberlo incapacitado.

 

Esconderse es una respuesta humana natural, cuando tenemos miedo, especialmente a escondernos cuando Dios nos llama a actuar en su nombre. Por lo general, no es un lugar cómodo donde estar debido a lo desconocido de todo lo que viene con él y especialmente a la responsabilidad que conlleva ser elegido por Dios. A menudo, nuestra respuesta inicial es escondernos y alejarnos de aquello que no es familiar o cómodo. El miedo puede sofocar, paralizar y causar más daño si permitimos que nos consuma. Pero luego reconocemos que es Dios y llegamos a saber que Dios está por nosotros, siempre. Siempre esperando, por nuestra respuesta y nuestra confianza. Es cuando podemos movernos con valor en espíritu.

 

Dios le recuerda a Moisés el legado de la promesa que se le ha dado a los antepasados. Y ahora Dios lo necesita para continuar el siguiente tramo. Bueno, entiendo su miedo, es real. Al escondernos pensamos que porque no podemos ver a Dios, Dios no nos puede ver a nosotros. Pero en verdad Dios nos ve incluso en los escondites y espacios oscuros de nuestras vidas. Dios está siempre presente y siempre esperando que volvamos a él y vayamos con él.

 

No estamos solos en esto. Nuestra vida no es autónoma. Hay Uno que conoce y nos llama por nombre, incluso cuando imaginamos que somos desconocidos y no convocados.

 

La mayoría de nosotros nos quedamos atrapados por el temor. Y creo que esto sofoca los momentos transformadores. Las cosas han cambiado por completo en nuestra vida, pero como que nos negamos a alterar la forma en que respondemos y nos movemos. No nos movemos de una manera nueva y, por lo tanto, las cosas tienden a perder el tiempo.

 

Romanos 12: 9-16, nos da una guía clara sobre qué debemos hacer cuando somos transformados. Pablo escribió a la iglesia en Roma en un momento en que la iglesia estaba en conflicto, con diferentes puntos de vista de los cristianos gentiles y los judíos cristianos que retornaron a Roma. Luchaban con la forma en que interpretaban su rol en el evangelio. Especialmente porque sus historias de transformación tenían diferentes orígenes. Pero eran dos caras de la misma moneda. La carta está dirigida específicamente a los “débiles en la fe”.

 

Romanos 12 dice: “Nuestro amor debe ser sincero. Aborrezcamos lo malo y sigamos lo bueno. Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. 11 Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espíritu ferviente. 12 Gocémonos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oración. 13 Ayudemos a los hermanos necesitados. Practiquemos la hospitalidad.

 

14 Bendigamos a los que nos persiguen; bendigamos y no maldigamos. 15 Gocémonos con los que se gozan y lloremos con los que lloran. 16 Vivamos como si fuéramos uno solo. No seamos altivos, sino juntémonos con los humildes. No debemos creernos más sabios que los demás.” Esta es La Santa Palabra de Dios.

 

Esta es una declaración de hospitalidad y fe radical. Y nos muestra cómo ser hacedores de la palabra. Creo que la iglesia de hoy a menudo se encuentra llena de personas que escuchan bien la palabra pero luchan por ser hacedores de la palabra. Cuando pasamos de ser oyentes a hacedores, la palabra de Dios se vuelve propia nuestra. La encarnamos. Somos transformados.

 

Moisés fue llamado con un propósito específico en un momento específico. Cuando el pueblo de Dios estaba sufriendo a manos de sus capataces. Un sufrimiento que fue infligido no por sus propios actos, sino por uno que se les impuso. Moisés fue llamado a llevar al pueblo a una nueva forma de vida. Una vida de libertad. Y al igual que los buenos humanos, casi prefieren seguir aguantando el trato severo que irse con este pastor a lo desconocido y a una vida potencialmente inestable.

 

Mis amados, creo que este es nuestro llamado ahora mismo. Somos llamados a ser discípulos transformados por Cristo para la transformación del mundo. El pueblo de Dios ha estado sufriendo durante demasiado tiempo y las cosas se han vuelto peor. Este momento es un momento frente a la zarza ardiente. La nación está sumida en un caos puro y el pueblo de Dios sufre a manos de sus capataces.

 

Prácticas de vivienda injustas, prácticas de salud inadecuadas, prácticas educativas deficientes, sistema de justicia injusto, opresión sistemática ha sido la misma base de nuestro gobierno que se dijo fue constituido con el fin de ofrecer la libertad y justicia para todos, o al menos eso decía.

 

Pero, ¿qué vamos a hacer? Necesitamos comenzar y continuar examinando los evangelios, estudiando quién era Jesús. Él era un renegado. Se rebeló contra las leyes de la tierra que infligían injusticia continua a la gente. Él conocía la ley de Dios y el deseo que Dios tenía de reconciliarse con toda la creación. Es en los evangelios donde somos afirmados como los amados hijos de Dios.

 

Mire las Epístolas, si se atreve. Siempre sentí que Pablo lo explica claramente, lo hace práctico, comprensible, y alcanzable. Sea fiel al corazón que Dios ha puesto dentro de usted y permita que su amor sea genuino y realmente odie lo que es malo. El mal puede ser cualquier cosa que cause daño, dolor y sufrimiento a otro. Amaos unos a otros con afecto mutuo; Supérense unos a otros en cuanto a honra. No creo que pueda ser más claro que eso.

 

Ame y trate a todos como si fuera responsable de su propia vida. Trátelos mejor de lo que le han tratado. Y eso aplica a toda persona; especialmente al humilde, el huérfano, la viuda, el que es de una cultura, raza, género y credo diferente. Aprenda a ver a cada persona como una persona completa.

 

Una amiga me hizo acuerdo acerca de una entrevista con Michelle Obama, ella solía ponerse una gorra de béisbol y caminaba por el barrio de la Casa Blanca sin ser notada. Ella literalmente no era vista. Aun fue pasada por alto mientras estaba de pie con sus hijos frente a un vendedor de helados con sus hijas, esperando hacer su pedido. Otra persona surgió de una raza diferente y comenzó a dar su pedido y la Primera Familia fue ignorada. ¿Qué haría posible, que tres personas que están frente, de diferente color de piel, sean pasadas por alto? Sin mencionar que fue Michelle Obama. Pero supongo que eso no importó.

 

Comprenda que lo que usted hace puede impactar y afectará la vida de otra persona, incluso si no está pensando en esa persona. En realidad, esa es la clave, comience a reconocer que cuando no está pensando en ellos, se quedan excluidos en el viento. Si nuestra vida no es autónoma, entonces no podemos permitir que nadie quede excluido en el viento. La próxima vez podríamos ser nosotros.

 

Continuando en el texto, dice, “Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espíritu ferviente.” Pienso en las personas que muy temprano los lunes… Esa persona feliz, afortunada y sintiéndose bien, que llega al trabajo el lunes casi saltando y feliz de verle y estar ahí. ¿Alguna vez se ha encontrado con tal persona en la iglesia? Donde la alegría de estar presente se desborda. Sé que algunos de ustedes se sienten incómodos, especialmente los introvertidos, como si su alegría requiriera demasiada energía. Tengo una amiga a quien cuando llamo su “maquina contestadora” casi canta de alegría, como si el mensaje fuera solo para usted. Usted puede sentir verdaderamente ese gozo. ¿Se imagina si todos venimos a la iglesia o nos encontramos con ese nivel de alegría? Listos para escuchar, dispuestos a aprender, listos y dispuestos a involucrarnos y servir al Señor.

 

Servir al Señor con celo y con espíritu ferviente, ooooh qué alegría sería en el momento en que estamos trabajando en el informe de Nominaciones del liderazgo laico de la iglesia. Habría un nivel de expectativa y anhelo de arremangarse y ponerse a trabajar, en nombre de Dios.

 

Saben lo que es cuando el pastor se le acerca y le pide que sirva en cualquier comité, es como la conversación más temida. Y creo que de hecho voy a terminar con esto. ¿De dónde viene esa falta de fervor y entusiasmo?

 

Miedo a lo desconocido. Falta de confianza en lo que le piden hacer. O falta de confianza en su capacidad de servir completamente a Dios? ¿Cuándo ocurrirá la transformación? Sucede cuando acepta la oportunidad de ver a qué le está llamando Dios. Examinarse y salir de su zona de confort. Y confíar en que no está solo. No solo Dios está consigo, sino que siempre hay otras personas a su alrededor que pueden ayudarle, recursos que están disponibles para ayudarle a crecer en comprensión. E incluso otros que quizás lo han hecho antes. Debemos estar listos para pedir ayuda, de la congregación. De Dios. ¿Qué se necesita para estar listo para responder al llamado de Dios para servir? ¿Para ser parte de la misión de cumplir el propósito de Dios?

 

Dejemos de escondernos de Dios. Sigamos el camino de Jesús y crezcamos en la fe. Dejemos que el Espíritu Santo nos impulse a actuar para la transformación del mundo. Transformémonos en este mismo momento.

 

Que el amor y la paz del Señor estén con usted, hoy y siempre.

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